Jorge Lanata, el hombre detrás del periodista
- Macarena Sol Ismach
- 2 ene 2016
- 16 Min. de lectura
Son casi las 9 de la noche de un domingo y los pasillos de Canal 13, ubicados en el barrio porteño de Constitución, están casi vacíos. El único programa que saldrá al aire en vivo esa noche por el canal del solcito multicolor será “Periodismo para Todos”. Sentado en una silla junto a un pequeño escritorio blanco reluciente ubicado en el centro del estudio que lleva el nombre de “Juan Alberto Badia”, se encuentra Jorge Lanata como cada domingo, minutos antes de comenzar su programa. Viste un clásico pantalón negro pero con un llamativo saco colorado, junto con una camisa blanca con rayas en la gama de los azules y una corbata azul oscura con detalles en rojo, blanco y azul; el look fue preparado como cada domingo por su hija Bárbara. Productores, técnicos y asistentes corren para terminar los últimos detalles que faltan antes de salir al aire, el periodista se concentra y relee sus anotaciones mientras bebe agua mineral. Lo acompaña Andrea Rodríguez, su mano derecha, quien lo ayuda con el guión que deberá seguir a lo largo de todo el programa; además de su persona de confianza, es su ex esposa y madre de su hija mayor. Mientras Lanata termina de darle el ultimo chequeo al texto del monólogo que dará al inicio del programa, los técnicos prueban las luces, el sonido de los micrófonos y los videos de los tapes en las enormes pantallas de led que cubren todas las paredes del estudio. El productor Lucas Ferro avisa que “en 5 salimos”. Toda persona ajena a Lanata desaparece de la escenografía y comienza el show.
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Jorge Ernesto Lanata nació en Mar del Plata el 12 de septiembre de 1960, pero vivió toda su infancia y su adolescencia en Sarandí, al sur de la Provincia de Buenos Aires. Hijo único y con una relación difícil con sus padres; cuando él tenía sólo siete años, su madre tuvo un problema de salud, le encontraron un tumor cerebral que provocó que le quedara el lado derecho del cuerpo paralizado y un problema muy serio en el habla que le impedía comunicarse con fluidez; así que se mudó con su abuela y su tía, y por ellas fue criado y educado. Sólo iba a lo de sus padres de visita una o dos veces por semana. Todo era muy complejo para él, pero su gran vía de escape de la realidad era la escritura; mientras cursaba el secundario en el Colegio San Martín de Avellaneda comenzó a desarrollar su pasión por el periodismo escribiendo en la revista “Colmena”, que era el periódico de la escuela. A pesar de su difícil infancia nada le impidió que con sólo 14 años comenzara a trabajar en Radio Nacional escribiendo las noticias del día y que 12 años después fundara el reconocido Diario Página 12. Sin dudas, Lanata es uno de los periodistas argentinos que en más aristas de los medios ha irrumpido. Incursionó en la literatura (publicó 14 libros), en la radio, en la televisión, en los medios gráficos y hasta en el teatro de revistas (fue parte de la obra “La Rotativa del Maipo” entre 2008 y 2010, allí fue autor, director y actor). “Admiro su creatividad y su pasión por lo que hace. Cuando se aburre de un trabajo se inventa uno nuevo y nunca tiene miedo al fracaso, siempre piensa a lo grande. Es increíble la capacidad que tiene de aprender. Ahora, por ejemplo, se fanatizó con el arte y se la pasa leyendo y estudiando sobre eso; ya sabe más que mucha gente que trabaja en galerías plásticas”, comentó Bárbara, la hija mayor de Lanata. Una de las características que más lo define es su sentido de humor ácido. Desde hace varios años critica al gobierno de turno desde un costado divertido pero sin ser menos duro. Se permite dar su punto de vista a través de informes de investigación serios pero intervenidos con chistes e ironías, esto lo hace en su programa de radio (“Lanata sin Filtro”, de lunes a viernes de 10 a 14 por Radio Mitre), en su programa de televisión (“Periodismo para todos”, domingos a las 22 por Canal 13) y en sus columnas en el Diario Clarín.
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Desde el año 2012, Lanata conduce el programa periodístico “Periodismo para Todos”. En cada emisión, junto a los periodistas que forman paste de su staff (Nicolás Wiñazki, Rodrigo Alegre, Luciana Geuna, Mariel Fitz Patrick y María Eugenia Duffard) repiten un esquema similar. Todo comienza con un monólogo del periodista en primer plano, luego se presentan los informes del tema del día que después son desarrollados con mayor profundidad por Lanata y los periodistas que estuvieron a cargo de la investigación, para el cierre suele haber algún momento de humor que desde hace dos años esta a cargo de la humorista Malena Guinzburg. Desde su primera edición, allá por el 15 de abril de 2012, el programa fue mutando; hay segmentos que ya no se hacen y otros nuevos que se fueron incorporando. Por ejemplo ya no hay tanto humor político a través de imitaciones, una de las más recordadas era la que hacia Fátima Flores interpretando a la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Uno de los aspectos que identifica al formato del programa es la tribuna que tiene frente a él a lo largo de todo el programa Lanata. Alrededor de 100 personas concurren cada domingo a ver el programa en vivo y en directo. Muchas veces, el periodista interactúa con el público. “Yo trabajo con Jorge desde hace 8 años. Tenemos una relación muy especial entre nosotros. De mi parte le tengo mucha admiración y por eso soy de muy pocas palabras con él; le hablo lo justo y necesario. Siempre me da la sensación de que la gente le habla demasiado, así que por eso yo siempre le hablo poco. Como jefe es muy bueno, tiene tanta experiencia que tiene muy claro lo que quiero y lo pide de la misma manera, así que me hace muy fácil mi trabajo. El ambiente de trabajo con él siempre es agradable. Yo estoy muy orgulloso de ser parte del equipo de producción de Jorge Lanata”, relata Lucas Ferro, el joven productor del programa de televisión “Periodismo para todos” que comenzó a trabajar con el conductor en el año 2007 cuando Lanata conducía el ciclo “Después de todo” que iba de lunes a viernes a las 21hs. por Canal 26.
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Son las 22.15 y el programa acaba de empezar. En el estudio hay un silencio irrompible, sólo se escucha la voz de Lanata y los pasos de los productores que están pendientes de todo lo que sucede. El conductor está haciendo su monólogo como cada domingo sentado en una banqueta alta frente a la cámara con un micrófono de pie. Parece que supiera todo el texto de memoria pero no, se encuentra leyendo un monitor por el cual va pasando el contenido del discurso. Está contento, relajado, como si no estuviera saliendo en vivo para miles de personas, siente que está en el sillón del living de su casa hablando con amigos, hace los mismos chistes que haría con su familia. Es etapa de elecciones en la Argentina y el tema central del programa es un relevamiento sobre cómo trató cada medio las elecciones presidenciales de domingo anterior. Termina el monólogo y camina hacia el escritorio que se encuentra unos metros más atrás en la escenografía. Allí tiene su vaso de agua mineral en una copa especialmente esterilizada para él (hace casi ocho meses recibió un trasplante de riñón y debe mantener condiciones de higiene muy estrictas). Da pie al primer tape y mientras el director, Luis Barros, desde el control pone play, Lanata llama a una de las asistentes de producción para decirle algo y en cuanto el productor Ferro grita: “Dos minutos y volvemos al piso”, la joven regresa a su puesto. El programa sigue su curso habitual. Entra en escena el periodista Nicolás Wiñazki y ambos realizan un extenso desarrollo del tema del tape que acaba de terminar. Entre los dos hay una química muy notable, una complicidad en sus miradas, ambos ya saben que va a decir el otro sin que lo diga, esto se debe a que trabajan juntos desde hace muchos años tanto en televisión como en radio. Luego de casi media hora de charla entre ambos periodistas, llega el primer y único corte publicitario del programa. Entra una asistente a retocarle el maquillaje a Lanata, otra productora le cambia el vaso de agua por otro limpio y lleno; rápidamente se vuelve al aire; fueron menos de cinco minutos de descanso. Entra al set Malena Guinzburg –hija del recordado periodista Jorge Guinzburg- disfrazada de cierre para hacer el último bloque del programa que se caracteriza por una seguidilla de chistes entre la humorista y el conductor. Lanata se despide de su público -tanto el que esta en la tribuna como el que esta del otro lado de la pantalla- y se retira por el fondo del estudio que se conecta directamente con su camarín. Mientras Lanata se retira del estudio, el productor Ferro despide al público de la tribuna y los acompaña rápidamente hacia la salida; los asistentes de producción comienzan a desarmar la escenografía completamente. En menos de 25 minutos el estudio se encuentra completamente vacío, no queda nada ni nadie, se retiran todas las personas y todos los elementos de la escenografía. Quedan las paredes blancas totalmente peladas al igual que la tribuna. Los pasillos de Canal 13 quedan totalmente vacíos.
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La radio es otra gran pasión de Lanata. Desde hace más de 30 años comenzó a dar sus primeros pasos y los sigue dando hasta el día de hoy. Allá por el año 1974, cuando sólo tenía 14 años, empezó a trabajar en Radio Nacional donde escribía los cables informativos que leería el conductor del programa, él soñaba con ser el que leyera esas noticias al aire. Tres años después, trabajó en el informativo que hacía en Radio Belgrano, el periodista Eduardo Aliverti, llamado “Sin Anestesia”, ese fue sin dudas un gran logro para Lanata. Luego, en el año 1983, durante la época del restablecimiento de la democracia, Lanata fue el encargado de las notas de investigación que salían al aire en el programa de Aliverti. También formó parte de la Radio Rock & Pop, allí tuvo programas como “Hora 25” (1990) y “Rompecabezas” (1994) con este último recibió el Premio Martín Fierro a Mejor Programa Periodístico Radial. Luego entre 2005 y 2007 estuvo al aire con “Lanata AM” (De 6 a 10) y “Lanata PM” (De 17 a 20) por Radio del Plata. En 2012, empezó a conducir de lunes a viernes de 10 a 14, por Radio Mitre, “Lanata sin filtro”, que es transmitido en el formato radial tradicional y a través de Internet. Hasta el día de hoy, el staff esta compuesto por los periodistas Nicolás Wiñazki, Diego Leuco, Yanina Latorre, Natasha Niebieskikwiat y Gabriel Levinas. Diego Leuco -hijo del reconocido periodista Alfredo Leuco- trabaja actualmente con Lanata en la radio. El joven siente una gran admiración por su compañero a quien considera “el periodista más importante de toda la historia argentina”. Cuando surgió la posibilidad de que Lanata tuviera que ser operado por el tema del trasplante, el gerente de programación de la radio le preguntó si quería sumarse al staff de “Lanata sin Filtro” para reemplazar al conductor. Obviamente aceptó sin dudarlo. “Con Jorge tenemos una relación muy linda. Nos llevamos muy bien trabajando juntos. Creo que es más fácil porque tenemos un humor muy parecido. El 80% del tiempo nos estamos riendo de alguna barbaridad que dice el otro. Y siempre subimos la apuesta. Es muy gracioso trabajar con Jorge. El día a día con él es muy difícil de describir con palabras. Lo divertido es que todos los días son diferentes. Es un tipo muy exigente, por lo general esta de buen humor pero hay días en los que esta muy cansado y está más apagado, pero a medida que va arrancando el día se va cargando de energía y se va poniendo de mejor humor. Es una gran experiencia trabajar con él”, comentó el periodista que más veces entrevisto a Lanata. La novia de Leuco es productora y también trabajó con Lanata como parte del equipo de producción periodística de los diversos programas del conductor. En la radio se encargaba de proponer posibles notas y contactar a los entrevistados, mientras que en la televisión, estaba a cargo de las investigaciones. “Como jefe Jorge es bastante exigente, pero fue mi mejor escuela. Es una persona de la que se aprende permanentemente y es alguien que te da libertad total para trabajar -tanto para proponer ideas como para opinar sobre todos los temas-. Mi relación con él era profesional pero muy cálida. Al haber compartido varios proyectos, de distintas características, lo pude conocer en muchas facetas”, comentó Daniela Haissiner, quien fue productora de Lanata desde 2010 cuando estaba al aire en Canal 26 con “Después de todo”, luego paso a producirlo en “Periodismo para todos” y en “Lanata sin Filtro”; recién dejó de serlo a mediados de Octubre de 2013 cuando la joven productora, por una decisión personal, dejó de dedicarse a la producción periodística.
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Jorge Lanata ha tenido varios problemas de salud que se fueron incrementando con el pasar de los años. El periodista tomó una cantidad desmesurada de cocaína diaria entre sus 30 y 40 años –de la cual pudo salir gracias a un tratamiento que realizó en Estados Unidos apoyado por su esposa Sara-, fumó más de 30 cigarrillos de tabaco por día por más de 30 años y nunca llevó una vida muy saludable. “Quince minutos antes del año nuevo de 1998, Jorge Lanata, el periodista más odiado y más amado de la Argentina, pensó en matarse por segunda vez en la vida. Estaba solo, agobiado, melancólico y aturdido. Miraba el cielo atiborrado de pirotecnia desde el balcón terraza del piso 26 de su departamento de 250 metros, en el corazón del barrio de Belgrano, en la esquina de Teodoro García y Zabala. A través del alambrado Lanata podía ver una buena parte de la ciudad de Buenos Aires. Tenía apenas 37 años y una Smith&Wesson calibre 38, de 800 dólares, lista para ser utilizada. Al lado del arma, sobre la mesa ratona de metal oxidada, había un “papel” repleto de cocaína “de la buena”, una botella abierta del exquisito y caro champagne francés Veuve Clicquot y unos cuantos atados Benson & Hedges y Parliament. A pesar de la angustia, Lanata se había vestido para la ocasión: traje negro, camisa blanca, impecable, corbata negra y zapatos nuevos, negros también y recién estrenados. Para demorar la decisión final, el periodista había empezado a escribir, esa misma noche, un texto sobre las cosas que le estaban haciendo demasiado daño. Los fuegos artificiales dominaban la escena”, así relata una de las etapas más oscuras en la vida del conductor, el periodista Luis Majul en su libro "Lanata (Secretos, virtudes y pecados del periodista más amado y más odiado de la Argentina)" Con el pasar de los años, a Lanata le fueron diagnosticando una gran cantidad de trastornos en su salud: apneas respiratorias severas –faltas de oxígeno-, una insuficiencia renal –problema en un riñón- y diabetes tipo 2 –como consecuencia de su obesidad-. En 2011, debió empezar a realizarse diálisis y al poco tiempo gracias a este tratamiento y tratando de llevar una dieta controlada, logró estar un año y medio sin diálisis; pero luego de ese tiempo tuvo una recaída y los médicos le dijeron que debía reanudar el tratamiento. A partir de ese momento, el periodista empezó a dializarse en el Hospital Británico cuatro horas por día, día por medio. Durante esas cuatro horas, el periodista permanecía sentado en un sillón mirando televisión o hablando con las enfermeras; en un principio planeo utilizar ese tiempo en escribir o leer pero su idea fracasó porque sentía que era un “lugar raro”. En ese momento, surgió la posibilidad de que Lanata necesitara en un futuro no muy lejano un trasplante de riñón. La primera en ofrecerse como donante fue su esposa Sara, pero por un problema en la compatibilidad se canceló la posible operación. Luego de casi 4 años haciendo diálisis día por medio decidieron que era momento de llevar a cabo el tan postergado trasplante. Sara investigó sobre un método llamado “swap” que es un procedimiento que consiste en una cadena de intercambios de riñones entre familias que no son compatibles entre sí pero lo son para otros. Así fue como buscaron en la lista de espera de donantes del INCUCAI y se pusieron en contacto con Nora Hernández y su hijo Ignacio, quien necesitaba también un trasplante de riñón y afortunadamente luego de varios estudios, confirmaron que Sara era compatible con el joven y Nora lo era con Lanata. El 28 de mazo de 2015 se realizó la operación cruzada en la Fundación Favaloro. Sara Stewart Brown le donó al joven Ignacio y su madre, a Lanata. Fue la primera vez que este método se aplicó en la Argentina y fue realmente un gran avance para la medicina. Lanata tuvo mucho miedo de que las cosas no salieran como se esperaba, temía por su vida y por la de su esposa. El día anterior a la operación le escribió una carta de despedida a Sara. Todos los preparativos previos a la operación fueron mantenidos en secreto por la familia y el entorno más cercano. Recién el día de la cirugía comenzó a circular en los medios la información de que se estaba llevando a cabo el trasplante. El post-operatorio para el periodista no fue nada fácil, debió tomar mucha medicación para que su cuerpo no rechazara el nuevo riñón, no pudo comer alimentos crudos, debió dejar de fumar –fue lo más difícil para él- , tomar medidas de higiene muy estrictas y hacerse continuos chequeos médicos. Tanto su esposa, como Ignacio y su madre tuvieron una excelente recuperación y luego del trasplante siguieron en contacto y agradecidos mutuamente entre los cuatro.
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Sin dudas, Sara es una persona muy importante en la vida de Lanata. Se conocieron cuando ella fue a la tribuna del programa “Día D” porque quería adaptar un libro de él para hacerlo obra de teatro y terminaron yendo a tomar algo cuando terminó el programa. La joven que por ese entonces tenía sólo 20 años -14 menos que él- era su admiradora así que le dejó su teléfono en una notita, junto a uno de los whiskys preferidos de Lanata. Uno de las cosas que más atrapó al periodista de la joven quilmeña fue su historia de vida. Sara es adoptada y nunca había logrado encontrar a su familia biológica. El conductor la impulsó y ayudó a través de su gran cantidad de contactos, para que ella pudiera aunque sea saber los nombres de los integrantes de su familia. Así fue como después de una larga investigación, Sara logró conseguir el número de documento de su madre, se presentó a donde la mujer debía votar y la conoció. Lanata ha tenido varias mujeres, pero su relación con Sara fue distinta, desde el principio cuando fue ella quien lo fue a buscar al canal y le dejó su teléfono; además es la relación más larga que el periodista mantuvo. A pesar de que han sobrepasado varias crisis y separaciones siempre mantuvieron un excelente diálogo. Lanata no concibe su vida sin su amada, quien es fanática del running y corre en todas las maratones que se hacen tanto en la Argentina como en otros países. En el año 2004, nació Lola, la única hija en común entre el periodista y “Kiwi” –tal como bautizó Lanata a su esposa por una especie de ave que habita en una isla de Nueva Zelanda de donde proviene el apellido de Sara-. Jorge ya tenía una hija, que por aquel entonces tenía 15 años, fruto de su relación con la periodista Andrea Rodríguez con quien sólo estuvo en pareja dos años, pero tienen una excelente relación a tal punto que hoy Andrea es su mano derecha en “Periodismo para Todos” y adora a su pequeña hija. “El primer año de Lola me costó mucho. Cuando ella nació yo ya me había resignado a la idea de tener hermanos. Ya no quería, estaba muy cómoda siendo hija única y la llegada de Lola revolucionó la vida de todos. Encima en ese momento yo vivía con mi papá y con Sara porque justo se habían mudado a dos cuadras de mi colegio. Y para colmo ese mismo año también se mudó una tía de mi papá con nosotros, así que pasamos de ser tres a ser cinco. Igual yo creo que fue lo mejor que podría haberme pasado. Vivir con mi hermana me permitió fortalecer el vínculo”, contó Barbara sobre la llegada de Lola a su vida. En el momento del trasplante cruzado, en el cual tanto Jorge como Sara permanecieron internados, la pequeña quedo a cargo de Andrea y Bárbara. En la actualidad, son una gran familia ensamblada. “Se da todo muy natural. Creo que el motivo principal por el cual todas nos llevamos bien es porque aunque mis papás se separaron cuando yo era bebé, ellos nunca dejaron de trabajar juntos. Mi mamá es la persona en la que mi papá más confía laboralmente y supongo que en lo personal también. Al ser así la relación entre ellos, Sara también confía mucho en ella. No son amigas, pero somos una gran familia. Sara y mi papá saben que si pasa algo mi mamá va a estar para ayudarlos y mi mamá sabe que puede contar con ellos también. Lola ama a mi mamá. La primera vez que se quedó a dormir en la casa de otro fue en la de mamá. Lola nació con esta familia ya formada así que no conoce otra forma. De chiquita no entendía que algunos papás de sus amigas se llevaran mal o que los hermanastros de sus amigas no las vieran seguido”, relató Barbara sobre cómo es la relación de su madre con la nueva familia de su padre. Exactamente el mismo día pero 15 años después de haber ido a tomar algo por primera vez, en aquel recordado episodio de la cartita y el whisky, el 22 de septiembre de 2011 se casaron por civil en absoluto secreto. Un detalle muy curioso de la pareja es que desde el día que se conocieron hasta hoy se tratan de usted; Sara habla de su esposo como, “Lanata”, mientras que él la menciona como “Sara” o “Kiwi” y cuando dialogan entre ellos ninguno tutea al otro, ni siquiera cuando discuten o se dicen palabras de amor. El periodista es muy reservado con su familia, aunque su hija mayor, Bárbara es la responsable de su vestuario, trata de no nombrarla ni hacerla figurar en cámara. La relación con ella es muy distinta que la tiene con Lola, ya que con la mayor casi no convivió porque se separó de su madre al año de nacer, pero paradójicamente es de sus dos hijas la más parecida a él, no sólo en lo físico sino también en cuanto a personalidad, en cambio, Lola es físicamente idéntica a Sara pero con el carácter de Bárbara. Sin dudas a Jorge Lanata se le pueden cuestionar miles de cosas en cuanto a su trabajo, a su modo de hacer periodismo, a su forma de pensar, etc. Pero lo que no se puede negar es que por sus hijas daría hasta lo que no tiene, seguramente fue en ellas en las últimas en que pensó cuando entró a quirófano y en las primeras que pensó al despertarse de la anestesia. Por ellas se pelea con quien sea, sin importar que sea un colega o un simple oyente. Respeta que a ellas no les guste la popularidad y trata de mantener su vida privada en el más bajo perfil. “Siempre quise que mi papá se dedicara a otra cosa. Para mi de chiquita fue muy difícil. Mis papás se separaron cuando yo era bebé así que tuvimos que aprender a relacionarnos con mi papá y cada vez que salíamos todo el mundo nos interrumpía para sacarse fotos y pedirle autógrafos. Con el tiempo lo superé. Ahora con el tema de las redes sociales esta buenísimo porque mucha gente tiene buena onda pero cada tanto recibo insultos que claramente no son para mí y la ligo de rebote. Por más bajo perfil que yo sea, cada vez que alguien me pregunta mi nombre, después me dice: '¿Sos algo de Jorge?', yo asiento con la cabeza, resignada”, contó Bárbara sobre cómo maneja el echo de ser “la hija de”.
Hasta el hombre más duro y fuerte tiene un punto débil y sin dudas ellas son su talón de Aquiles.
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