Balance de fin de año
- Macarena Sol Ismach
- 20 dic 2015
- 4 Min. de lectura
Se acerca una época del año muy particular y como a muchos, a mí me encanta hacer el balance y me parece un gran posteo para inaugurar mi nuevo sitio web.
Son días en los que me encuentro -como todo el mundo- envuelta en una enorme vorágine, las fiestas de fin de año en el laburo, los finales de la facultad, las cenas con amigas y familiares, la organización de dónde pasar las fiestas, etc, etc, etc.
Cada diciembre, me tomo un ratito para sentarme a pensar en todo lo que paso en el año. Recuerdo la cantidad de cosas que hice, las que no, las que debería haber echo y me quedé con las ganas, las cosas que me pasaron; los triunfos, los fracasos, la gente nueva que ingresó a mi vida, los que se fueron y los que me sorprendieron -para bien o para mal-.
Personalmente, el 2015 fue un año muy especial para mi. Fue un año de cosas nuevas y creo que crecí muchísimo.
Comencé el año de una forma bastante fea; cambiando de facultad, de compañeros, de forma de estudiar. Sentí durante mucho tiempo que fue un "fracaso", sentía que había echo todo mal, pasé días horribles, sin saber qué hacer, para dónde ir. Pero poco a poco, todo fue tomando un curso más tranquilo, fui encontrando mi lugar, ordenando mis horarios, acostumbrándome a levantarme a las 4.30AM, conociendo a mis nuevos compañeros y cuando creí tener todo bajo control, llegó otro gran cambio a mi año.
Aún hoy sigo sin poder creerlo. Jamás voy a olvidar ese mediodía en el que volvía de la facultad a mi casa, en colectivo como todos los días y recibí una llamada, atendí y del otro lado escuché una única frase que me dejó sin respuesta: "Hola Macarena, soy del Diario Clarín, nos gustaría tener una entrevista con vos. ¿Podes venir mañana?". Hice la entrevista -con un miedo terrible- y desde el diario quedaron en llamarme. A los pocos días sonó el bendito teléfono y confirmaron que ya formaba parte de la redacción del diario más importante del país, el que lee toda mi familia todos los días desde que tengo uso de razón.
Había llegado el momento de contárselo a todo el mundo –nunca había dicho una sola palabra sobre el llamado ni sobre la entrevista por cábala-. Al momento de dar una buena noticia a nivel personal te das cuenta quienes se alegran por vos y quienes te felicitan por compromiso. Quienes están orgullosos de ser tus amigos, quienes se alegran por vos y quienes con vos. Parece lo mismo pero no lo es.
Había conseguido mi primer trabajo yo sóla, sin ningún contacto, sin pedirle ayuda a nadie. No lo podía creer, por primera vez estaba orgullosa de mí. A la vez tenía miedo, ahora no sólo tenía que estudiar sino que también trabajar. ¿Cómo iba a hacer? ¿Iba a poder?
Al principio fue difícil organizar mis horarios pero poco a poco todo fue ordenándose. Conocí a mis compañeros y a mis jefes, al principio tenía miedo –sí, miedo otra vez. Soy de esas personas que le tienen miedo a muchas cosas-. Con mis compañeros entablé rápidamente una hermosa relación, nos divertimos mucho, la pasó muy bien, ir a trabajar con ellos es un placer. Nunca me hicieron sentir “la nueva” y siempre estuvieron para ayudarme.
Un capitulo especial y creo que el más importante en este relato se lo lleva mi familia. Ellos estuvieron SIEMPRE al lado mío, apoyándome en los peores momentos que no sabía que hacer con mi vida, con la elección de la nueva universidad, apostando por mi, orgullosos de mi trabajo, aconsejándome siempre y estando; eso es lo más importante. Sin ellos yo no hubiera podido tener el año que tuve. Sin mi mamá que me acompañó a la parada del colectivo a las 6AM todos los santos días, sin importar el frío, el calor, la lluvia, el sueño. Sin papá yéndome a buscar al diario los días que salgo tarde para que no me vuelva en colectivo, sin mi hermano que hace con sus chistes que mis momentos de bajón sean más leves. Ellos tres me esperaron cada noche para cenar y escucharon todo lo que les contaba sobre mis tardes en el diario y se alegraron cada vez que volvía asombrada porque había visto a algún periodista famoso en la redacción. Sin mis abuelos preguntando todos los días cómo me fue y cuando iban a leer una nota mía en el diario, sin mi madrina y nuestras eternas charlas, sin ella que me banco varios mediodías en su casa y me acompañó hasta el diario.
Mis amigos también son super importantes para mi, ellos, que aunque nos veamos poco y nada están ahí siempre. Conectados siempre a través de nuestros grupos de Whatsapp siempre disponibles para contarnos cosas divertidas, para ayudarnos, para darnos ánimo en los días tristes, para contarnos todo.
Sé que me estoy olvidando de mucha gente importante que formó parte de mi 2015, y les pido mil disculpas. En estos balances de fin de año, me doy cuenta de cuanta gente “nueva” formó parte de mi año y que quiero que siga estando por muchos más.
Ojala el 2016 nos encuentre a todos con mucha paz, amor, salud, trabajo y felicidad.
Macarena Sol Ismach
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